Una de las maneras para llegar a ser un buen ejecutivo es contar con la capacidad de asignar trabajos a otras personas. En la práctica, muchos líderes no saben cómo hacerlo, ya que tienen un complejo de autoridad que nos les permite confiar plenamente en los criterios de los demás. ¿Por qué cuesta tanto encomendar las labores a otros si puede traernos muchos beneficios?


 

Saber delegar es una habilidad fundamental para conseguir una gestión administrativa eficiente en cualquier organización. Ser líder no significa sobrecargarse de trabajo, sino que tiene relación con la capacidad de descansar en los otros cuando sea pertinente. Tampoco  hay que engañarse en este sentido, ya que dejar a los demás a cargo de tareas demasiado pequeñas e insignificantes para que nosotros resolvamos los trabajos más contundentes, en la práctica tampoco significa saber delegar.

Las excusas pueden ser interminables:

  • “El otro no hará el trabajo igual de bien que yo”.
  • “Me tomará más tiempo pensar en delegar que hacerlo yo mismo”.
  • “Nadie querrá hacerse cargo de esta tarea, es muy difícil”.
  • “Es un encargo muy largo”.
  • Etc., etc, etc.

La clave está en tomar consciencia de que saber delegar es optimizar tiempo y recursos. Es por esto por lo que te dejamos cinco consejos para hacerlo bien que Jenny Blake, estratega de carreras profesionales y negocios, además de autora del libro “PIVOT: The Only Move That Matters Is Your Next One”, publicó en un artículo para Harvard Business Review.

1. Delegar tareas pequeñas

Nunca son urgentes ni demasiado complicadas, pero se acumulan con cada día que pasa. No tiene sentido dejarlas en pausa, por muy insignificantes que sean, mejor pedirle a otro que las ejecute. Por otra parte, aquellas tareas monótonas y largas pero que son sencillas, pueden delegarse sin preocupación. No vale la pena invertir demasiado tiempo en ellas.

2. Esas que consumen demasiado tiempo

Las tareas eternas probablemente requieren de una exhaustiva investigación previa. Lo que puedes hacer es sumarte al trabajo realizado cuando ya esté avanzado, así ganarás tiempo y podrás supervisarlo.

3. Tareas enseñables

Son aquellas labores que pueden aparentar un grado de dificultad por sobre el promedio, pero que finalmente están compuestas por pasos más pequeños que se pueden sistematizar y delegarse. No significa que te desligues por completo de ese trabajo, aunque otro se haga cargo, puedes monitorear el proceso.

4. Las que no te resultan bien

En este punto entra en juego el grado de humildad que tenemos como personas. Reconocer que no somos los mejores en todo también es una manera de asumir que, a veces, es mejor dejarles el trabajo a otros. Si no te sientes lo suficientemente preparado para enfrentarla, déjala ir, deja que alguien más la ejecute.

5. “¡Es urgente!”

En la práctica, nunca hay solo una tarea urgente, normalmente son varias. Pero una persona no puede ejecutar más de un encargo urgente a la vez, ya que no dan ni el tiempo ni la cabeza. Delega, aunque sea urgente y muy importante, porque hay otros integrantes de tu equipo capacitados para hacerlo. Además, estarás velando por tu integridad mental.

Resistirse a la tentación de estar “encima” de tu equipo todo el tiempo requiere de fuerza de voluntad, pero cuando aprendas y caigas en la cuenta de los beneficios que te traerá delegar, no lo pensarás dos veces.

Fotografía: “BXP135677”, por tableatny, bajo licencia CC BY 2.0.