En los últimos años hemos coincidido en que fomentar el trabajo en equipo es fundamental para potenciar los talentos dentro de una organización y aumentar la productividad. Asimismo, mejora el clima de la oficina y afianza las relaciones laborales. Sin embargo, el mayor problema con la colaboración es que hace el “trabajo profundo” casi imposible.
El boom de la colaboración en el trabajo tiene sentido y no surgió de la nada. Lógicamente, las organizaciones se dieron cuenta que sus trabajadores podían lograr metas colectivamente que no estaban alcanzando de manera individual, lo cual guarda una verdad detrás de un refrán bastante conocido: “Dos cabezas piensan mejor que una”.
Es que es claro, mezclar personas de diversos departamentos puede generar ideas valiosas, pero ¿es aquello sinónimo de obligar a todos los trabajadores a coexistir en un ambiente abierto -pero bullicioso- que fomente esa cooperación, bombardeado de mensajes electrónicos o asistir a reuniones que dejan tiempo disponible para “lo urgente” y no abordar “lo importante”?
Curiosamente, la idea del trabajo colaborativo ha ido mutando con los años. En un comienzo, era la oportunidad de poner a dos o más personas a desarrollar un proyecto o tarea específica, para obtener beneficios como lo multidisciplinar, la interacción, los procesos en paralelo, la optimización del tiempo, entre otras cosas.
Para fomentar esas dinámicas, las oficinas abiertas se han vuelto casi ubicuas en las empresas, especialmente aquellas que utilizan el conocimiento, como es el caso de Facebook.
¿Cuál es el problema? Según The Economist, el exceso de ruido a causa de los grandes espacios y la colaboración provocan, a su vez, un exceso de desconcentración, y quienes más sufren son los trabajadores del conocimiento. Un estudio demuestra lo grave que es la situación. Gloria Mark, de la Universidad de California, Irvine, descubrió que las interrupciones, incluso las cortas, aumentan el tiempo total requerido para completar una tarea por una cantidad significativa. Por otra parte, unas sucesiones de estudios han demostrado que la multitarea reduce la calidad del trabajo, así como lo aplaza. Es decir, la mente sigue pensando en la vieja tarea incluso cuando salta a una nueva.
Claramente, lo que antes era visto como una oportunidad lamentablemente tiene su lado oscuro. El mayor problema con la colaboración es que hace el “trabajo profundo” casi imposible.
¿Cómo solucionarlo? Se debe reconocer el costo a largo plazo de trabajar en constante estado de distracción. Las organizaciones necesitan reconocer que el tiempo que los trabajadores tienen disponible es finito, que cada solicitud de asistir a una reunión deja menos tiempo para el trabajo enfocado y que demandas aparentemente pequeñas, pueden ser grandes demandas. Ayudar a las personas a colaborar es algo maravilloso. Darles el tiempo para pensar es aún mejor.