Un buen líder es el que reconoce cuando falla. La culpa, bien manejada, puede ser clave para que se movilice y solucione un error o supere un fracaso.
La culpa, la vergüenza, el miedo y la duda sobre uno mismo son características que sueles asociar a errores o fracasos, en especial en el ámbito laboral. Sin embargo, Rebecca Schaumber, profesora de operaciones, información y decisiones de The Wharton School, de la Universidad de Pennsylvania, piensa lo contrario. ¿Por qué la culpa podría ser un rasgo beneficioso en el trabajo?
Te puede parecer curioso, pero lo cierto es que Schaumberg realizó una investigación acerca de cómo estas emociones, tradicionalmente catalogadas como poco productivas, pueden ser utilizadas en favor de los trabajadores, para mejorar el desempeño laboral y el liderazgo.
Sin embargo, el estudio realizado por esta académica, sobre el cual fue entrevistada en Knowledge@Wharton, se desarrolló con una perspectiva diferente, ya que se enfocó en aquellas cualidades asociadas al bajo rendimiento.
Dos caras de la culpa
Con respecto a la culpa y la autosuficiencia, la profesora de Wharton asegura que ambos rasgos la sorprendieron en los resultados. En el caso de la culpa, el estudio amplió la perspectiva para indagar acerca de cómo y cuándo puede ser productiva. Schaumberg apunta que este sentimiento puede ser beneficioso, pero existen advertencias, matices y excepciones a esa tendencia.
La investigadora aclara que la culpabilidad puede ser buena en la medida en que se pueda minimizar el auto reproche. En este sentido, pone como ejemplo una situación en que se ha dicho algo que tal vez ofendió a alguien, y el responsable siente este tipo de emoción aversiva. La culpa es el primer impulso, el que hace que te sientes y recapacites. Básicamente, puede motivar la acción para solucionar el problema; es el empujón inicial para buscar una solución.
En el otro polo, la culpa se vuelve mala cuando la vergüenza comienza a asomarse un poco más tarde, es decir, cuando la persona comienza a pensar en que hizo algo malo y, por lo tanto, es una mala persona. Una vez que comienzas a asociar la culpa con ese autorreproche negativo, simplemente tiendes a pensar en cómo nuestras las acciones te afectan negativamente y lo que significan sobre ti. Así, en esta dinámica, este sentimiento socava cualquier beneficio de la culpa en el lugar de trabajo.
Autosuficiencia: Pieza clave para ejercer liderazgo
Ligado a lo anterior, las personas capaces de sentir culpa son, en cierta medida, autosuficientes. Es decir, quien siente culpa por algo que ha hecho mal, asume la responsabilidad de sus dichos y actos y los utiliza a su favor. La persona autosuficiente no necesita del control externo y se caracteriza por su autonomía, lo que no quiere decir que no pueda trabajar en equipo, al contrario, es una pieza clave para ejercer liderazgo.
Por una parte, si extrapolas la culpa a cualquier ámbito de la vida, puedes caer en cuenta que sentir culpabilidad de manera saludable es lo que te permite remediar los errores. Como concluyó Schaumberg, asumir esa culpa y volcarla a una solución es un logro en sí mismo.
Si bien el trabajo personal que debes hacer en el mundo laboral y de las relaciones sociales es exhaustivo a la hora de criticarte y no depender siempre de otro, el primer paso para utilizar los sentimientos negativos en favor del trabajo es sacar el foco de ti mismo y pensar en el bien comunitario del lugar al que perteneces.
No debes permitir que la culpa te paralice, así como tampoco está bien que la inseguridad te convierta en una persona dependiente y poco autosuficiente. Un líder es autónomo, pero se apoya en su equipo, y un buen líder es el que reconoce cuando falla y se moviliza para solucionarlo.