¿Hay veces en que te encuentras con una repetición mental de situaciones en las que desees haber actuado de manera diferente? Este tipo de pensamiento se conoce como “rumiar” y es altamente inefectivo.
Quedarse pegado en lo que ya sucedió, sin poder avanzar, a menudo provoca un aumento improductivo entre la brecha del yo real e ideal. En estas situaciones se activan sentimientos como la culpa, que nos puede paralizar e impide seguir adelante y dejar los errores atrás.
De acuerdo con un artículo publicado en Harvard Business Review, la “rumia” -como se conoce al pensamiento descrito arriba- está estrechamente relacionada con la mala resolución de problemas, la ansiedad y la depresión. Sin embargo, existen soluciones.
Los desencadenantes
Lo primero que debemos hacer es identificar sus desencadenantes más comunes. Una excelente manera de hacerlo es buscar el “motor” que nos lleva a esa reflexión improductiva. Por ejemplo, observar si el patrón dominante en este proceso es culparse a sí mismo o culpar a otros.
Fijar distancia
Una cosa es lo que hacemos, pero otra muy distinta es a lo que le estamos dando vueltas en la cabeza una y otra vez. Una forma de comenzar a obtener esta distancia es etiquetando lo que está pasando por tu cabeza como pensamientos o sentimientos, una táctica de agilidad emocional. “Entonces, en lugar de decir ‘soy incompetente, podrías decir: ‘Me siento como si fuera incompetente’. Incluso puedes ser más despreocupado al respecto: ‘Es mi mente rumiante que está exagerando de nuevo’”, ejemplifica el artículo de Harvard Business Review.
Así, este ejercicio puede ayudar a determinar que este tipo de reacciones que surgen cuando te obsesionas con los errores son absurdas, por lo que puedes dejar darles una importancia exagerada.
Otra técnica que también puede ser útil es verse como un personaje de televisión y en tercera persona, para observar lo exagerado que nos vemos al darle importancia a cosas que pueden ser de inseguridad o de carácter narcisista.
Distinguir entre rumiar y resolver problemas
En general, cuanto más rumia la gente, menos efectiva es para resolver problemas. Más vale preguntarse “¿Cuál es la mejor opción en este momento, dada la realidad de la situación?”, y luego actuar paso a paso.
“Esta estrategia es particularmente relevante para los perfeccionistas. Si estás pensando en un error que has cometido, adopta una estrategia que reduzca la probabilidad de que vuelva a suceder”, añade el texto.
Cerebro “antiadherente”
Tan pronto como notes que estás rumiando, intenta distraerte por unos minutos. Puedes iniciar una tarea breve y que requiera de tu concentración, pero que no sea muy difícil, como completar un informe. La actividad que escojas debe requerir que te concentres, porque a veces solo necesitas volver a enfocarte en lo que estabas haciendo.
Otras alternativas son trotar, caminar, meditar o el yoga. Sobre estas dos últimas, Harvard Business Review destaca que “pueden ser especialmente útiles para protegerse de pensamientos pegajosos y aprender a no involucrarse demasiado con ellos. Estas prácticas te piden que te des cuenta de cuándo tu mente se ha desviado hacia el pasado o el futuro y te devuelve a lo que está sucediendo en el presente (a menudo tu respiración u otras sensaciones en tu cuerpo o alrededores). Esta es exactamente la habilidad que necesitas para sobrellevar la situación con momentos de rumia”.
Repasa los errores
A veces la rumia se desencadena por fallas cognitivas, y es poco probable detectarlas mientras estás obsesionado con ese error. La autora del artículo pone un caso propio: a veces, rumia cuando lee alguna oración de un e-mail que le disgusta, pero como detecta ese patrón, ignora esa sensación inicial y se da tiempo para revisar nuevamente el mensaje, para darse cuenta que su lectura inicial fue sesgada. La solución a este problema es desarrollar una correcta interpretación de tus errores más típicos, trabajarlos con tiempo y en momentos de calma para poder reconocerlos aún cuando sientas emociones intensas.
Otros errores cognitivos comunes incluyen establecer expectativas demasiado altas, malinterpretar las expectativas que otros tienen de ti, o subestimar el grado en que otras personas inteligentes luchan por aquello que les preocupa.
La rumia se trata de un problema generalizado. Antes de romper o escapar de ella, debes estar más consciente de cuándo lo estás haciendo y tener estrategias listas para aplicarlas. “Esto lleva tiempo y esfuerzo. Pero es importante, para tu salud mental y productividad, tratar de cortarlo de raíz”, finaliza el artículo.