Según Dorie Clarke, autora del libro “The Long Game: How to Be a Long-Term Thinker in a Short-Term World”, se trata de, conscientemente, hacer un espacio para tomar las decisiones necesarias que te pueden conducir a los grandes objetivos que fijes para tu carrera y tu vida personal.
Una pregunta que suele surgir en el trabajo es qué hacer para cambiar o lograr los objetivos planteados. Para avanzar de acuerdo con esa premisa, hay que darse un “espacio en blanco”, según Dorie Clarke, autora del libro “The Long Game: How to Be a Long-Term Thinker in a Short-Term World”.
Se trata de conscientemente ver la “película completa” para poder detectar el poder de los cambios que tendrán un gran impacto en nuestra carrera profesional y/o vida personal. Como ella dice en una columna publicada en el MarketWatch.com, “lo que se necesita, entonces, es la determinación de salir del barro y el fango del día a día”.
A continuación te resumimos los consejos para darte “la oportunidad de explorar qué significa una vida exitosa”.
1. Reconoce los beneficios ocultos de estar “ocupado”
El ajetreo diario a veces no nos deja ver, o nos fuerza a no ver, diversos temas que son necesarios de enfrentar para generar el “espacio en blanco”.
Por ejemplo, hay que estar consciente de que, a la hora de tomar una decisión (cambiarse de trabajo), ejecutar un proyecto (lanzar un nuevo producto) o lograr un objetivo (cómo aumentar las ventas), se puede actuar por inercia y no explorar las alternativas posibles. “Podemos decirnos a nosotros mismos que estamos demasiado ocupados para ser estratégicos, pero a menudo puede servir como una forma de evasión”, explica Clarke.
Otra tendencia a la cual se le debe poner atención es que en Estados Unidos y en muchos países el estar “ocupado” otorga un rango de “alto estatus social”. Ello puede restarle impulso a la búsqueda del espacio necesario para analizar posibles cambios. Al respecto, Clarke cita a Silvia Bellezza, de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia: “Al decirles a los demás que estamos ocupados y trabajando todo el tiempo, estamos sugiriendo implícitamente que nos buscan, lo que mejora nuestro estatus”.
2. Elige cambiar nuestra perspectiva
Si estar “ocupado” da estatus, Clarke sugiere que se debe cambiar la perspectiva para explicar esa característica. También se podría explicar porque no se es organizado y, en consecuencia, la agenda se copa de tareas.
“En lugar de equiparar automática e irreflexivamente el ajetreo con el estatus, podemos elegir qué admirar, como que alguien tenga autonomía sobre su horario. Cuando cambiamos nuestros valores en la dirección de nuestras propias aspiraciones, es más fácil navegar en esa dirección”, argumenta Clarke.
3. Planea en torno a tus prioridades
Al momento de definir las prioridades, la autora aconseja planificar en torno a ellas. Es decir, adoptar un nuevo horario para finalizar la jornada laboral no debe ser un objetivo que se fuerce en la rutina, sino que ésta debe organizarse a, por ejemplo, terminar de trabajar a las 18 horas.
Este marco, explica Clarke, incentiva la creatividad al desarrollar los sistemas o flujos necesarios para cumplir con las prioridades establecidas. Añade que “puedes detectar ineficiencias, ya sea una computadora de funcionamiento lento o un sistema de programación no adecuado, porque no puedes permitirte el lujo de no hacerlo”. Así, hay que preguntarse cosas como cuáles son las tareas que puedes delegar, o en qué debes centrar tus esfuerzos para así lograr los resultados más importantes.
De esta forma, la autora añade que se requiere fortaleza para responder preguntas incómodas sobre lo que deseamos, y para lidiar con pautas de rendimiento que aún miden la productividad, por ejemplo, según la presencialidad. Es en medio de esto que se debe crear un “espacio en blanco” para tomar las decisiones necesarias que te pueden conducir a los grandes objetivos que fijes para tu carrera y tu vida personal.