Las compañías han debido fomentar no solo su atractivo y posicionamiento como una “marca empleadora”, sino que también construir una cultura y climas de trabajo seguros, saludables y confiables. Por su parte, las firmas de reclutamiento y selección tuvieron que potenciar y afinar el uso de herramientas tecnológicas para la búsqueda, evaluación y selección de personas, para así lograr el mejor ajuste entre las motivaciones, necesidades, expectativas e intereses de las personas con lo que la organización y la posición ofrece.

El incremento de la volatilidad e incertidumbre en los mercados y la consecuente dificultad para predecir y administrar las dificultades, junto al aceleramiento de los procesos de transformación digital en las organizaciones, ha generado un significativo impacto en el mundo del trabajo.

Aunque cada sector o industria ha debido enfrentar desafíos particulares, en general se ha observado una alta fluctuación en la oferta de empleos (alternándose escenarios de restricción y de apertura), la revalorización de ciertos puestos identificados como críticos y la emergencia de nuevos roles dentro de las estructuras organizacionales. De manera transversal, las organizaciones se han visto enfrentadas a la impostergable necesidad de ser más ágiles y flexibles en sus procesos de adaptación, aprendizaje y toma de decisiones.

A su vez, se observan cambios significativos en las expectativas y necesidades de las personas en su relación con el trabajo. Para quien enfrenta hoy la situación de buscar o cambiar de trabajo, más allá del nivel de lo atractivo de la compensación ofertada, resulta cada vez más relevante posibilidad de acceder a una mayor flexibilidad en la jornada y modalidad de trabajo, que facilite lograr un mejor equilibrio entre la vida personal-familiar y laboral.

También destaca la expectativa de que los liderazgos y prácticas organizacionales muestren consistencia y consecuencia desde una dimensión ética, lo que se relaciona con la percepción de confianza (en lo cotidiano, “hacer lo correcto”, “predicar con el ejemplo” y “cumplir lo que se compromete”). Especialmente las personas más jóvenes se ven mayormente atraídas por organizaciones que cuenten con una concepción ecológica y sustentable en su relación con el entorno, donde la participación, diversidad e inclusión sean principios garantizados y donde se viva un propósito que otorgue sentido e impacto a su trabajo.

Las organizaciones se han visto enfrentadas a la necesidad de generar condiciones que fomenten no solo su atractivo y posicionamiento como una “marca empleadora”, sino que también a construir una cultura y climas de trabajo seguros, saludables y confiables, que reflejen una preocupación genuina y consistente por la experiencia que brindan a sus empleados, considerando su bienestar y desarrollo de manera integral.

Por su parte, las personas, viéndose altamente exigidas en sus capacidades emocionales y adaptativas, se han vuelto más escépticas y críticas en la evaluación de la relación con las organizaciones y el trabajo. Muchas personas se han dado cuenta de que es posible hacer las cosas de forma diferente, cuestionando paradigmas hasta ahora muy arraigados en la cultura, y por lo tanto, se han mostrado dispuestas a buscar caminos alternativos para el desarrollo de sus carreras, incluso fuera del contexto del trabajo formal.

En este período, para las empresas de reclutamiento y selección uno de los primeros desafíos se ha relacionado con la capacidad para potenciar y afinar el uso de herramientas tecnológicas para la búsqueda, evaluación y selección de personas. Se trata de tecnologías que estaban en uso de manera parcial, complementaria o puntual, y han pasado a ser la norma.

El uso de Big Data e Inteligencia Artificial para recolectar información sobre postulantes, los softwares de monitoreo para mantener el seguimiento y comunicación durante los procesos, la utilización de videollamadas para la realización de entrevistas y la aplicación online de herramientas psicométricas de evaluación, han llegado para quedarse al haber demostrado su capacidad para agilizar procesos, ampliar accesibilidad y disminuir costos, sin perder calidad, cuidando la experiencia que se entrega a los clientes empresa y postulante.

Otro gran desafío que, siendo una acción habitual hoy adquiere especial relevancia, se relaciona con el esfuerzo por lograr con la mayor precisión posible, el mejor ajuste entre las motivaciones, necesidades, expectativas e intereses de las personas con lo que la organización y la posición ofrece, con el fin de lograr e idealmente, acompañar, una incorporación exitosa.

Además, es crucial determinar, con base en herramientas válidas, el nivel de desarrollo de aquellas habilidades que se han visualizado como centrales para el desempeño efectivo de las personas a nivel individual, grupal y organizacional, con mirada de futuro. Entre ellas destacan particularmente la comunicación, colaboración y liderazgo, basadas en la capacidad de escucha y empatía, la capacidad para aprender y adaptarse, lo que implica la habilidad para gestionar emociones y el pensamiento crítico, asociados a la capacidad para resolver problemas y tomar decisiones con autonomía.

Carolina Weldt
Psicóloga
HK Human Capital