Por Leslie Cooper / Directora y fundadora de HK Human Capital

Los invito, una vez al mes, a leer las conversaciones que tendré con ejecutivos que vale la pena destacar. La primera entrevistada es Magdalena Valdés, quien dejó su carrera en las Ciencias Sociales para fundar y dirigir Bosko, una empresa que dedicada a la plantación de bosques nativos de rápido crecimiento utilizando el método de restauración ecológica ideado por Akira Miyawaki. “Tuve la certeza de que debía dedicarme a liderar este proyecto, difundirlo y así aportar en el escenario complejo en el que nos encontramos hoy como humanidad”, afirma.

Hoy en día, es evidente que los candidatos están cada vez más interesados en encontrar empresas que les ofrezcan trabajos con sentido. Estos trabajos les brindan propósito, motivación, bienestar, oportunidades de impacto social y desarrollo personal. A medida que la sociedad avanza y cambian las perspectivas sobre el trabajo y el propósito de la vida, muchos jóvenes buscan empleos que vayan más allá de un simple salario. Desean sentir que están haciendo una contribución significativa y que su trabajo tiene un impacto positivo en el mundo. Este sentido les permite trabajar con pasión, comprometerse con los objetivos y ser creativos en su labor.

Además, las nuevas generaciones muestran una creciente preocupación por los problemas sociales y medioambientales. Anhelan contribuir a la construcción de un mundo mejor y enfrentar estos desafíos. Al involucrarse en proyectos significativos, las personas tienen la oportunidad de adquirir nuevas habilidades, conocimientos relevantes y desarrollar su potencial.

En este contexto, es especialmente interesante entablar una conversación con Magdalena Valdés, fundadora y directora de Bosko, una empresa dedicada a la plantación de bosques nativos de rápido crecimiento utilizando el método de restauración ecológica ideado por Akira Miyawaki. La pasión y convicción con las que Magdalena habla sobre su trabajo son verdaderamente inspiradoras.

Magdalena cuenta que creció realizando excursiones a los cerros de Pirque, que en aquel entonces eran como su patio trasero. Estos cerros estaban llenos de vegetación y un ecosistema vibrante. Sin embargo, a lo largo de los años, al hacer las mismas excursiones con sus hijos y al ser una observadora de la naturaleza, pudo constatar el colapso ambiental. Surgió en ella una preocupación y una incomodidad fundamental con respecto a los problemas ambientales, y deseaba hacer algo más trascendente. Desde la creación de Bosko en 2020, ha experimentado una sensación de paz con ella misma. La naturaleza la impulsa y siente una pasión profunda por lo que hace. Su convicción es devolverles vida a los suelos, con la mirada puesta en los bosques y la regeneración.

¿Qué lleva a alguien como tú a hacer un cambio drástico en tu profesión para involucrarte en este tema?

Convicción y pasión, probablemente. Si bien vengo del mundo de las Ciencias Sociales, toda mi vida he estado en contacto con la naturaleza. He vivido en Pirque desde que era chica, muy vinculada al mundo rural y a la vida al aire libre y, por lo tanto, he sido testigo de la transformación que ha sufrido la naturaleza en el último tiempo. Desde aves e insectos que ya casi no se ven, hasta vegetación esencial del ecosistema que ya no resiste las actuales condiciones climáticas.

Es doloroso ver cómo el bosque nativo de un lugar, que ha convivido por cientos de miles de años en armonía, colapsa en cosa de años.

En ese contexto fue que, cuando tuve conocimiento de la existencia de un sistema que permite que los bosques nativos crezcan rápido, me entusiasmé inmediatamente con la idea de probarlo para ver si funcionaba también en nuestro clima mediterráneo. Fue finalmente la experiencia de éxito de ese ensayo, lo que me hizo cambiar mi rumbo profesional a algo que me convence y apasiona.

¿Qué es Bosko? ¿Qué te motivó a fundar Bosko? ¿Cómo surge esa idea de plantar bosques nativos de rápido crecimiento?

Bosko es una empresa dedicada la restauración ecológica, en general, y con una “punta de lanza” particular que son justamente los bosques nativos Miyawaki, que tienen la virtud de recobrar de manera acelerada pequeños espacios degradados, devolviéndolos a su ecosistema original o de referencia.

Mi motivación inicial para fundar Bosko respondió al sueño de llenar los suelos de bosques nativos que, además, crecen rápido. Luego de realizar ese primer ensayo de bosque Miyawaki y de ver sus resultados impresionantes, tuve la certeza de que debía dedicarme a liderar este proyecto, difundirlo y así aportar en el escenario complejo en el que nos encontramos hoy como humanidad.

¿Podrías explicar en qué consiste el método de restauración ecológica ideado por Akira Miyawaki? ¿Cómo lo aplican en Bosko? ¿Qué tan conocido es en otras partes del mundo?

El Método Miyawaki, como se le conoce, es un sistema intensivo de restauración ecológica. Esto significa que, teniendo como objetivo la reconstitución de un determinado ecosistema de referencia, intenta imitar las condiciones de ese ecosistema en su versión madura. Por ejemplo, si el ecosistema corresponde a un tipo de bosque templado, se observan las condiciones de suelo y especies vegetales que habría en ese lugar si es que no hubiese existido intervención humana.

Así entonces, es que se trabaja el suelo buscando su oxigenación y enriquecimiento con materia orgánica, hasta alcanzar ciertas características que se asemejen al del suelo de un bosque templado maduro. Asimismo, se escogen las especies posibles, de todos los estratos propios de ese ecosistema y se plantan en alta densidad, es decir, de tres a cinco plantas por metro cuadrado. De esa forma se fomenta la colaboración entre esas especies que han convivido por cientos de miles de años y, a su vez, se estimula su competencia por nutrientes y luz, tal como en cualquier bosque.

Finalmente se cubre el suelo con una capa de mulching, de manera de protegerlo de la radiación solar y fomentar así la multiplicación de vida microbiológica en el mismo, lo que facilita las interacciones propias del bosque, haciéndolo cada vez más complejo.

Técnicamente hablando, en Bosko lo aplicamos de la manera más fidedigna posible, intentando que se realicen en espacios urbanos o periurbanos, porque esta metodología es bastante intensiva en su trabajo por metro cuadrado, lo que lleva a que este tipo de bosques suelan ocupar espacios reducidos. Las plazas, parques, bandejones centrales, rotondas, etc., son espacios perfectos para un bosque Miyawaki. Así también jardines y parcelas de agrado han sido espacios donde hemos realizado muchos proyectos.

Ha sido interesante darnos cuenta de que, si bien la metodología existe hace más de 50 años (el primer bosque que hizo Akira Miyawaki, creador del sistema, fue en 1971) fuimos nosotros con Bosko los primeros en difundirla de manera más sistemática en América Latina a través de nuestro trabajo en Chile. Antes de llegar acá, estos bosques comenzaron a replicarse intensamente en diferentes ciudades de Europa, incluyendo París, Londres y Bruselas, por ejemplo.

¿En este emprendimiento cuales ha sido los mayores desafíos que has enfrentado y cómo los has superado?

El mayor desafío es hacerlo bien. Técnicamente los bosques Miyawaki requieren rigurosidad en el proceso y en el seguimiento. Además, cada bosque responde diferente, porque las condiciones siempre varían. Por lo tanto, debemos estar atentos a esas condiciones. Nuestra forma de abordar esos desafíos es siendo lo más responsables desde un punto de vista técnico, y sensatos respecto de dónde y cómo ejecutar cada bosque.

¿Qué impacto ha tenido el trabajo de Bosko en la restauración de ecosistemas y la conservación de la biodiversidad?

A poco andar de Bosko nos propusimos ampliar la mirada, incorporando diferentes metodologías asociadas a la restauración ecológica. Bajo el propósito de que “todo suelo sueña con ser bosque”, o bien todo suelo desearía volver a responder a su ecosistema de referencia, es que ya estamos trabajando, por ejemplo, en un proyecto piloto de restauración en el Cerro Renca, que sabemos que es un espacio muy desafiante por sus condiciones de degradación. En ese caso en particular, nos hemos propuesto objetivos acordes al grado de deterioro del espacio, pensando más bien en controlar la erosión y devolverle al suelo su capacidad de contener vida mediante un trabajo de remediación física del suelo, para luego incorporar ciertas plantas pioneras resistentes a las condiciones extremas del lugar.

Así entonces, hemos desarrollado la capacidad tanto de abordar los espacios habitados en medio de la ciudad, mediante bosques Miyawaki, pero también áreas silvestres con otras técnicas más acordes al espacio.

Por eso, nos satisface darnos cuenta de que el impacto es fuertemente ecológico, pero también profundamente social porque nuestros proyectos también están expuestos a las personas.

¿Cómo involucras a las comunidades locales en tus proyectos y qué papel juegan en la restauración ecológica?

Cuando se trata de intervenciones en espacios públicos, hemos incorporado a la comunidad al menos en el proceso de plantación. Eso es muy motivante, porque puedes ver en primera persona lo que intuimos: que, para promover una ética del cuidado, debemos primero que nada fomentar el conocimiento y el apego a eso que estamos conociendo.

Cuando no hay un vínculo comunitario, se hace más difícil la conservación del espacio, porque justamente no hay conocimiento, apego y, por ende, menos cuidado.

¿Cuál ha sido la respuesta de las empresas frente a tu propuesta de valor? ¿Qué estás haciendo para involucrar a más de ellas en la restauración o en plantar bosques nativos para distintas comunidades?

Es sorprendente ver cómo tanto desde el espacio público, como desde el privado, la recepción ha sido excelente. Hay curiosidad y eso ya es bueno. Es tal cual como empecé yo misma: por curiosidad. Y desde ella surgen las ganas, y así ha sido. Cada vez contamos con más demanda, incluso desde inmobiliarias que se están atreviendo a hacer un paisajismo asociado a la restauración ecológica y a los bosques Miyawaki.

También estamos ad portas de tener una rama de fundación, con el objeto de que empresas puedan estar detrás de proyectos destinados a espacios públicos vulnerables, por ejemplo, que son además donde más se necesitan áreas verdes.

¿Cuál es tu sueño con Bosko? ¿Qué planes tienen para el futuro de Bosko y la expansión de sus proyectos de restauración ecológica?

Nos gustaría consolidarnos paso a paso. Estamos intentando afinar al máximo la aplicación del sistema Miyawaki, donde aún tenemos espacios de mejora. Pero estamos decididos a entrar fuertemente en proyectos de restauración o rehabilitación ecológica.

En cuanto a la cobertura, estamos trabajando en la zona central y en la Región de Los Lagos, pero queremos ir instalando capacidades en todo Chile. Por último, creemos que mirar a Latinoamérica es también una opción interesante, posiblemente por medio de la fundación y alianza con actores locales. Lo veo muy factible en el mediano plazo.

Acabas de estar en las Galápagos recibiendo un importante premio, ¿nos puedes contar sobre eso?

¡Así es! Fue una experiencia preciosa, porque efectivamente ganamos nuestra categoría de Diseño de Arquitectura Resiliente de los Premios Verdes, que son algo así como los “Oscar” de la Sustentabilidad para América Latina. Postularon en total más de 3.000 proyectos y logramos quedar entre los 3 finalistas de esta línea, y allá en las Galápagos fue una gratísima sorpresa cuando nos anunciaron como ganadores. Es un estímulo y un refuerzo en el sentido de que creemos que estamos haciendo las cosas bien y que hay cabida para seguir haciendo nuestro trabajo de la mejor forma posible.

¿Cuál es tu mensaje para aquellos que desean involucrarse en la conservación del medio ambiente y la restauración ecológica?

Creo que no hay razón para creer que no seguirán abriéndose cada vez más oportunidades para trabajar en pos de la naturaleza. Al contrario, Bosko existe porque estructuralmente estamos viviendo una situación de crisis climática y ecológica sin parangón desde que existimos como especie. Y aunque de manera tardía, hoy vemos cómo desde organismos internacionales, gubernamentales y empresariales, se está tomando conciencia de que hay que actuar. Y las formas que adoptan esas acciones son múltiples y, si son realizadas adecuadamente, esa estructura de crisis lentamente debiera ir saneándose por el bien del planeta, pero también de la humanidad.